Felipe V, gran apasionado de la relojería inglesa, adquirió El reloj de las cuatro fachadas, realizado por el prestigioso Thomas Hildeyard.
Cada una de las fachadas muestra distintas informaciones tales como: un planetario, las fases de la luna o los signos del zodiaco en la fachada principal; la hora universal, las constelaciones o la temperatura en la segunda fachada; la edad de la Luna o la humedad y sequedad en la tercera, y un globo terrestre en la cuarta.
La caja de madera de este reloj, recubierta con plantas de metal dorado y embellecida con incrustaciones, está decorada con un conjunto de autómatas. Fue una importante adquisición realizada por el rey Fernando VI al relojero suizo Pierre Jaquet-Droz. Destaca por este original diseño con autómatas e inauguró una nueva etapa en la relojería suiza.
En julio de 1796, el marchand-mercier de Carlos IV, François-Louis Godon presentó una cuenta por varias alhajas traídas desde París para la Real servidumbre. Entre los relojes se encontraba «una péndula que representa a Diana». Este reloj, cuya caja reproduce el tema de Diana cazadora, responde a las características técnicas y artísticas de los relojes de escuela francesa de finales del siglo XVIII. Las cajas que combinaban mármol y bronce fueron sustituidas a comienzos del siglo XIX por cajas fabricadas enteramente en bronce dorado. La utilización de materiales, su disposición y la calidad del dorado nos recuerda a la de otro reloj, firmado por Godon, destinado también a decorar uno de los salones de la Casa del Labrador, cuya caja representa el tema de Deméter enseñando a Triptólemo el arte del arado.
Fernando VI adquirió este reloj, fabricado en Londres por relojero inglés John Ellicott, junto a otro de características similares. Uno representaba el globo celeste y, el otro, el terrestre. Los dos relojes de sobremesa se acabaron separando años más tarde y solo uno de ellos se conserva actualmente en las colecciones de Patrimonio Nacional.
El reloj representa una alegoría cuyo emblema es la protección que Carlos III dispensó a las Artes. Uno de los niños representa el Arte y la mujer, la Astronomía.
Los hermanos Charost realizaron este reloj para el rey en señal de gratitud por haberles confiado la dirección de la fábrica-escuela de relojería que este les permitió establecer en Madrid.
Manuel Gutiérrez no quiso que la máquina de este reloj quedara oculta en el interior de una caja y por eso lo construyó en esqueleto. Se trata de una obra de gran maestría y calidad estética, si bien su autor nunca consiguió ser nombrado relojero de cámara. Además de este reloj, Gutiérrez realizó otros para la familia real por encargo de Carlos III, su esposa María Luisa de Parma y su hermano, el infante D. Luis de Borbón.
Los relojes de tipo "pórtico" fueron muy apreciados a finales del siglo XVIII y responden al gusto neoclásico que triunfó en el reinado de Carlos IV. La fuente de inspiración está en la arquitectura griega y romana, y la ornamentación es la habitual al estilo (columnas, guirnaldas, etc.). Solía emplearse el mármol para la estructura de la caja y el bronce en la ornamentación, y se embellecían con medallones de porcelana de Sévres o biscuit de Wedgwood.
Dubuisson fue uno de los mejores esmaltadores de su época, realizando varias esferas para relojes de François-Louis Godon.
Jean François de Belle estableció vínculos comerciales con la Corte española gracias al marchand-mercier François-Louis Godon. De Belle realizó este jarrón mecánico para Carlos IV representando la Fragua de Vulcano, así como otro representando la Barca de Aqueronte. Ambos se colocaron en la Casa del Labrador en el Real Sitio de Aranjuez. A día de hoy, los relojes se conservan en la colección real y forman parte de la decoración del Salón de Carlos III en el Palacio Real de Madrid.
Zacharie Raingo fue un relojero especializado en la construcción de planetarios del que se conocen pocos datos. Se sabe que los primeros planetarios los realizaba enteramente en bronce y que fue años después cuando comenzó a utilizar la madera de caoba. Hoy se conservan alrededor de veinte ejemplares de planetarios de Raingo, entre los cuales se encuentra esta bella pieza.
Se trata de un templete de planta circular con cuatro columnas y, entre cada una de ellas, aparecen cuatro figuras femeninas representando las estaciones del año: la primavera con guirnalda de flores y paloma en las manos; el verano con haz de espigas y hoz; el otoño con una copa en la mano; y el invierno cubierta con un manto. Además, en el interior hay un adorno en forma de piña.