De El Bosco a Tiziano. Arte y maravilla en El Escorial

Séptimo Diseño, perspectiva general de todo el edificio

Pedro Perret, sobre dibujo de Juan de Herrera, 1587 Grabado sobre papel Patrimonio Nacional

El llamado Séptimo Diseño de las once estampas grabadas por Pedro Perret, es la más famosa y la de mayor tamaño. En ella se observa el edificio a vista de pájaro. Estas estampas, testimonio único del edificio para su época, presentan la arquitectura del monasterio de El Escorial según la manera de presentar los edificios (en planta, en alzado, en perspectiva) que se había generalizado en el Renacimiento.

Reproducción del antiguo Duomo de Milán

Taller milanés, segunda mitad del s.XVI Hierro y oro Patrimonio Nacional

El relicario, llamado el Duomo de Milán, es uno de los ejemplares más famosos de estas microarquitecturas que se encuentran en el monasterio de El Escorial. En él aparecen representadas las figuras de Gedeón, Josué, Aarón, Moisés y José, algo que no debe extrañar dada la importancia de los contenidos bíblicos en la significación del monasterio.

Felipe II en la jornada de San Quintín

Antonio Moro, 1560 Óleo sobre lienzo Patrimonio Nacional

En el retrato, de cuerpo entero y a tamaño natural, Felipe II aparece vestido de militar con la armadura llamada "de aspas de Borgoña" que llevó el mismo día de la batalla de San Quintín. El rey otorgaba una gran significación a esta pieza ya que, no solo la había utilizado en esta batalla inaugural de su reinado, sino que también la apreciaba por su explícita referencia a la Casa de Borgoña, uno de los fundamentos de la legitimidad hereditaria de su poder. Las mencionadas aspas se refieren a la cruz de San Andrés, patrono de Borgoña y de la Orden del Toisón de Oro, cuyo símbolo, el cordero, cuelga de su cuello.

Arqueta de Isabel Clara Eugenia

Talleres Milaneses, último tercio del s.XIX Plata sobredorada, oro, piedras preciosas, piedras duras y cristal tallado Patrimonio Nacional

Esta arqueta fue donada al monasterio de El Escorial por Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II. Es una pieza italiana, de estilo manierista, en la que destaca la talla de sus cristales con el tema de los cuatro elementos, lo que delata su origen profano, aunque en el monasterio albergó una de las reliquias de San Hermenegildo y sirvió para monumento del Santísimo Sacramento los días de Jueves Santo.

Passionarium I

Fray Julián de la Fuente el Saz y taller de El Escorial, ha. 1577 - 1586 Pergamino, encuadernación en vaqueta guarnecida de latón dorado Patrimonio Nacional

Los pasionarios contenían la música para los textos de las cuatro pasiones de los Evangelios y se cantaban en Semana Santa en el altar mayor. Poseen las miniaturas de mayor calidad y sentido dramático de las realizadas en los talleres escurialenses dedicados a este arte.

Fachada de la Iglesia

Juan de Herrera, 1576 Dibujo a pluma y punzón Patrimonio Nacional

Este dibujo de Juan de Herrera prueba los continuos cambios de idea en torno a la Basílica. En este caso, aparece representada la fachada según la concepción anterior a la llegada a El Escorial de Benito Arias Montano, quien sustituyó las pirámides con bolas por los Reyes de Israel: Josafat, Ezequías, David, Salomón, Josías y Manasés.

Felipe II, anciano

Juan Pantoja de la Cruz, ha. 1594 Óleo sobre lienzo Patrimonio Nacional

En este retrato, uno de los últimos conservados de Felipe II, se observa una tendencia muy habitual en el retrato cortesano europeo de fines del siglo XVI y principios del XVII. Más que interesar el aspecto individual y los rasgos psicológicos del personaje, estos retratos tratan de resaltar los símbolos de su rango.

Felipe II viste de negro y aparece de cuerpo entero, apoyando su mano izquierda en la empuñadura de una espada y la derecha, que lleva un guante, en el brazo de una silla. En el fondo la parte inferior de una columna se apoya sobre un muro, mientras que en su parte superior es cubierta por una cortina. El rey se apoya en un suelo, cuyas baldosas marcan la perspectiva. Son todas las convenciones del denominado "retrato de aparato" o "retrato de corte" que se había venido desarrollando en Europa a lo largo del siglo XVI.

Relicario tipo arqueta

Taller escurialense, primer tercio del s.XVII Bronce dorado Patrimonio Nacional

Relicario tipo arqueta, de base rectangular con pilastras de orden dórico en las aristas y frontón curvo partido con remate de pirámides y bolas en su centro y ángulos.

San Pedro y San Pablo

Juan Fernández Navarrete “el Mudo”, 1577 Óleo sobre lienzo Patrimonio Nacional

El cuadro de San Pedro y San Pablo, de Juan Fernández de Navarrete el Mudo, fechada en 1577, es una de las obras más importantes del discurso figurativo del monasterio de El Escorial. Esta obra pertenece al ciclo de más de cuarenta pinturas de parejas de santos que decoraban el edificio.

En esta pintura aparecen los dos santos fundadores de la iglesia católica concebidos de una manera absolutamente clasicista y monumental, inspirados de manera directa en las figuras de Platón y Aristóteles de la rafaelesca Stanza della Segnatura en el Vaticano. El paisaje de ruinas del fondo alude con claridad a la Roma clásica. Todo esto constituye una auténtica declaración de principios de los intereses clasicistas y romanos de Felipe II en relación al edificio.

Tríptico del descendimiento

Gérard David, primer tercio del s.XVI Óleo sobre tabla Patrimonio Nacional

Gerard David es uno de los pintores flamencos de mayor calidad que establecen el paso entre el siglo XV, el del esplendor de la pintura flamenca, y el XVI, cuando el arte de Flandes evoluciona hacia maneras más idealistas e italianizantes.

En la tabla central, se representa la escena del Descendimiento con Cristo yacente, la Virgen, María Magdalena y San Juan. En el ala izquierda, San Juan Bautista señala con el dedo la escena central; y en el ala derecha, San Francisco de Asís recibe los estigmas. Las tres escenas aparecen unificadas por un mismo fondo de paisaje.

Martirio de San Lorenzo

Tiziano Vecellio, 1564 – 1567 Óleo sobre lienzo Patrimonio Nacional

Se trata de la pintura de Tizano más importante de entre las enviadas por Felipe II a El Escorial. El Rey la situó en el altar mayor de la Iglesia Pequeña o de prestado, donde igualmente ubicó su primer aposento escurialense desde 1571 a 1586, cuando se trasladó a su palacio definitivo. Esta obra formaba un grandioso tríptico con La Sepultura de Cristo y La Adoración de los Reyes Magos, tal como puede verse en la exposición.

Con este Martirio de San Lorenzo Tiziano desarrolla ya de una manera plena lo que ha de calificarse en puridad su “último estilo” o la segunda etapa del mismo que se extiende a lo largo de los diez últimos años de su vida.

San Jerónimo

Tiziano Vecellio, ha. 1575 Óleo sobre lienzo Patrimonio Nacional

San Jerónimo en la penitencia fue la tercera de las obras del último envío ticianesco a Felipe II, poco antes de la muerte del artista y la única de ellas enviada a El Escorial.
La pintura se consideró siempre una de las más importantes del monasterio y en ella se resaltan tanto el valor de la oración como su importancia penitencial, destacando la piedra que San Jerónimo porta en sus manos y con la que se castiga el pecho.

La postura y disposición del cuerpo, cuya diagonal domina el cuadro, se intensifican con su mirada hacia el crucifijo. De igual manera el intenso rayo de luz blanca que procede del interior de la gruta se resuelve en otra diagonal que converge en el vértice del crucifijo convertido así en el eje de la pintura. Resulta también importante el contraste entre el interior oscuro de la gruta, expresivo de los tormentos interiores del santo, y el exterior claro iluminado por el rayo, indicándonos cómo la salvación sólo procede de Cristo.

Paisaje con San Cristóbal y el Niño

Joachim Patinir, ha. 1521 Óleo sobre tabla Patrimonio Nacional

Uno de los rasgos principales de Patinir es la integración de las figuras de sus historias en amplísimos y muy característicos paisajes. En la obra de San Cristóbal y el Niño la figura protagonista de la historia, basada en una narración de la Leyenda Dorada, destaca sobremanera en medio de la composición. No en vano se trata de un gigante, que ha de portar nada menos que a la Divinidad en forma de niño, siguiendo los sabios consejos del ermitaño que aparece en la izquierda. Todo ello sucede en medio de un paisaje acuático, en cuyo fondo aparecen densos nubarrones, montañas y una ciudad, del que se detallan con minuciosidad flamenca, sobre todo en su parte izquierda, rocas, hojas, plantas y árboles, propiciando una contemplación dilatada y meditativa de la obra.

Cristo coronado de espinas

Hieronymus van Aeken Bosch “El Bosco”, primer cuarto del s. XVI Patrimonio Nacional

Felipe II atesoró las obras maestras de El Bosco, formando el mayor y mejor conjunto de pinturas en toda Europa. Sus pinturas causaron sensación en la corte. Junto a Tiziano, El Bosco era el artista que más ampliamente comentó el cronista de El Escorial, Fray José de Sigüenza: "Quiero mostrar ahora que sus pinturas no son disparates, sino unos libros de gran prudencia y artificio, y si disparates son, son los nuestros, no los suyos, y, por decirlo de una vez, es una sátira pintada de los pecados y desvaríos de los hombres". Los disparates y las figuras grotescas son, en suma según este autor, las muestras de sabiduría de El Bosco.

Abraham y los tres ángeles

Juan Fernández de Navarrete el Mudo, 1576 Óleo sobre lienzo National Gallery of Ireland

Esta pintura fue la última y una de las de mayor calidad con las que Juan Fernández de Navarrete el Mudo adornó El Escorial. Su tema es Abraham y los tres ángeles, y durante muchos años sirvió (al menos hasta 1809, que José Bonaparte lo regaló al mariscal Soult) de imagen de bienvenida a todos aquellos que se introducían en la zona conventual del monasterio.

Su iconografía, basada en el Génesis, recoge y superpone tres significados distintos: una alusión a la Trinidad, ya que los tres ángeles, presentan los mismos rasgos, una prefiguración de la Encarnación de Cristo, ya que anuncian a Abraham la preñez de su anciana mujer, Sara, que aparece en un segundo término, y un ejemplo de hospitalidad bien claro en la postura y gesto de acogida del patriarca, que invita a los ángeles a alojarse en su casa.

Cantoral. Oficio de la Misa desde el primer domingo de Adviento hasta el viernes de Témporas de Adviento

Taller de El Escorial, ha. 1577-1586 Pergamino Patrimonio Nacional

Entre las grandes empresas decorativas de la obra de El Escorial se encuentra el taller de miniaturas para los libros destinados al canto y culto divinos con que Felipe II quería dotar al monasterio. El mayor conjunto de estos es el de los "libros de coro" o Cantorales, de los que se llegaron a contabilizar alrededor de 220, de los que hoy conservamos 214.

En esta imagen del rey David con la que se encabeza el Cantoral 1 aparecen ya las características del "estilo escurialense", basado en las formas expresivas y libres del Alto Renacimiento y el Manierismo: los colores fuertes, contrastados y, en ocasiones, algo desleídos de esta tendencia pictórica, el decorativismo del ornamento a base de grutescos todavía no muy bien entendidos y la insistencia naturalista en plantas y flores coloreadas.