Restauración

  • Estado de Conservación previo a la restauración:


    Esta tabla de grandes dimensiones está formada en realidad por trece paneles de roble, no muy gruesos, dispuestos en horizontal, lo que hacía que se encontrara más dañada la parte inferior por recibir el peso del resto de la obra.

    El gran peso y su enorme formato debieron provocar que sufriera una caída en fecha indeterminada, recibiendo un golpe en el centro de la tabla, lo que hizo que saltara una pieza y se agrietara el resto del panel, por lo que entonces se clavó y encoló la rotura.

    Durante más de 500 años la obra ha tenido numerosas intervenciones para reforzar este soporte. Una de ellas fue la colocación de un bastidor de pino por el reverso con el fin de aplanar la superficie, pero que al aportar rigidez y no permitir el movimiento natural de la madera, añadió, por el contrario, más tensiones a la misma, apareciendo con el tiempo numerosas fisuras y grietas y provocando la separación de los paneles.

    Estas separaciones de los paneles han sido constantes y para unirlos la tabla ha sufrido intervenciones con diversos materiales,-colas, espigas, telas encoladas, estopas, ceras, estucos-, lo que hacía que se evidenciaran más los paneles, dejando a la vista una superficie irregular.

    Todos estos movimientos del soporte han dañado igualmente la capa pictórica, provocando numerosas pérdidas que han sido intervenidas con distintos materiales y con diferentes criterios. Muchas de estas adiciones tapaban el color original.

    Estos repintes, alterados con el tiempo, distorsionaban además la composición de la obra, haciéndola perder su volumen y su profundidad, escondiendo la transparencia y las calidades de la pintura de Weyden.

    El cuadro también sufrió un exceso de calor en el incendio del Monasterio de El Escorial de 1671, lo que alteró los colores más sensibles, como las lacas rojizas y las tierras, volviéndolos oscuros y granulosos.

    El grueso barniz oscurecido tampoco ayudaba a ver las tonalidades originales de la paleta del artista.


  • Tratamiento de Restauración:


    La restauración de la tabla ha pretendido recuperar la intención del artista y las altas calidades de esta obra maestra, muy ocultas por el envejecimiento de la materia y las sucesivas intervenciones añadidas.

    Para ello se ha realizado una primera fase para preparar la pintura antes de intervenir en el soporte. Esta primera intervención ha consistido en retirar de las uniones de los paneles todos los añadidos que puedan interferir a la hora de recuperar la curvatura original de la tabla.

    También se ha asegurado la pintura al soporte para poder trabajar en la madera con mayor garantía, evitando pérdidas.

    El tratamiento de restauración del soporte ha consistido en liberar la tabla de todos los añadidos que estaban forzando e impidiendo su movimiento natural, para devolver a su superficie la curvatura original y dar a la pintura un aspecto de continuidad.

    Para ello se han retirado del reverso las telas, estopas y restos de colas, así como el bastidor de madera atornillado. Una vez libre de los añadidos se han reforzado los paneles, que habían sido cajeados para ajustar los largueros del bastidor, mediante piezas de madera de roble curado. Se han limpiado bien las juntas entre paneles para poder adherirse de nuevo recuperando su nivel original.

    Una vez encolados y reforzados todos los paneles, se ha realizado una estructura que aportara flexibilidad pero que, a la vez, diera firmeza. Este sistema lleva encolada una parte fija en la madera original del reverso que recibe un muelle que lo une al bastidor flexible añadido. Al no ir directamente encolado ni clavado el soporte permite el movimiento natural de la madera y le da consistencia.

    Estos trabajos han sido realizados por José de la Fuente, restaurador de soportes del Museo Nacional del Prado.

    Una vez conseguido afianzar los paneles y recuperar una superficie lisa y estable, se pasó a retirar de la capa pictórica todas las intervenciones alteradas por el tiempo así como a completar las faltas para devolver la lectura completa a la tabla.

    Para ello se eliminó el barniz oscurecido y oxidado de la superficie, lo que ya dio idea de los tonos originales y de los volúmenes de las figuras.

    Luego se valoraron las intervenciones anteriores y se fueron eliminando por diferentes métodos según los materiales a retirar.

    Este proceso ha sido lento y delicado, pero con ello se ha conseguido recuperar la pintura original oculta bajo tanto repinte. Así la obra ha recuperado su profundidad y colorido.

    Para completar las faltas de capa pictórica se han rellenado las lagunas con estuco tradicional y se ha nivelado. Se ha aplicado una primera entonación con acuarelas y posteriormente se ha aplicado una mano de barniz aislante que protege el original del resto de intervenciones.

    Se ha realizado una reintegración cromática con pigmentos al barniz, discernible de cerca pero inapreciable de lejos, para devolver a la obra su valor estético y su unidad.

    Recuperada su lectura, se ha barnizado la tabla y se le colocó el marco ya restaurado.

    Estos trabajos han sido realizados por Loreto Arraz, restauradora de Patrimonio Nacional, con la colaboración de María Moraleda y Alicia Peral, del Museo Nacional del Prado.

    El marco ha sido intervenido por Lucio Maire, restaurador dorador de Patrimonio Nacional.

    Los estudios técnicos previos a la obra, consistentes en radiografías, reflectografías, análisis químicos de preparación, capa pictórica y barnices y dendrocronología, han sido realizados por los Gabinetes de Galería de imágenes y Laboratorios de Patrimonio Nacional y del Museo Nacional del Prado.