Acerca de la exposición

La exposición De El Bosco a Tiziano. Arte y maravilla en El Escorial

Planteamiento general

La exposición De El Bosco a Tiziano. Arte y maravilla en El Escorial, cuyo comisario es don Fernando Checa Cremades, se centra en el proceso de decoración, ornato y alhajamiento de un edificio que se encuentra entre las obras cumbre del Renacimiento europeo: el monasterio de San Lorenzo de El Escorial.

Sobre El Escorial existe una abundantísima documentación, única en su momento, no solo en lo que respecta a su construcción como edificio, sino sobre las obras de arte con las que Felipe II lo adornó. Se trata de los llamados Libros de entregas, conservados en el Archivo del Palacio Real, donde se documentan los miles de objetos que el rey destinó al monumento. En ellos aparecen los nombres de El Bosco, Tiziano, van der Weyden, Patinir, Hans Memling, Antonio Moro, Tintoretto, Veronés, Navarrete el Mudo o Pantoja de la Cruz, es decir, muchísimos de los grandes pintores del Renacimiento, que se unen a los de arquitectos como Juan Bautista de Toledo o Juan de Herrera o escultores como Pompeo Leoni, Juan de Arfe o Niccoló dell´Arca.

El Escorial cuenta también con una crónica histórico-artística coetánea que no solo lo interpreta en su totalidad como obra de arte (arquitectura, pintura, escultura, artes decorativas), sino que también analiza las intenciones y las ideas de su fundador, Felipe II. Nos referimos al libro del Padre Fray José de Sigüenza, que se publicó en 1605, siete años después de la muerte de Felipe II en 1598. Es este también un hecho excepcional y único para un conjunto de esta época.

Estos son los fundamentos documentales de la presente exposición, que trata de explicar los principales aspectos del arte escurialense, a la vez que mostrar al público partes inéditas o muy poco conocidas del mismo, exhibiendo piezas procedentes de las riquísimas colecciones de Patrimonio Nacional.

La exposición ofrece un recorrido por lugares que habitualmente no se muestran al público, ayudando de esta manera a una mejor comprensión del edificio.

Coro de la Basílica

El Coro de la Basílica permite entender la función litúrgica del Monasterio: El canto tenía -y sigue teniendo- una importancia esencial en la vida de la Comunidad, que se reunía en la Sillería del Coro diseñada por Juan de Herrera. Desde allí, se cantaba el oficio divino, que se leía en los cantorales apoyados sobre el facistol, también diseñado por este arquitecto. De igual manera hay que destacar los órganos, cuyas arquitectónicas cajas de madera fueron pensadas Herrera. Todo ello otorga la necesaria unidad y coherencia al conjunto, que culmina en el altar mayor de la Basílica, de clasicista arquitectura diseñada por el gran artífice.

Algo parecido puede decirse de las pinturas, obras de los fresquistas italianos, Luca Cambiaso y Romulo Cincinato: Los frescos de las paredes del Coro conmemoran la vida de San Jerónimo (fundador de la orden que regía el monasterio) y la de San Lorenzo (patrono del edificio). En la bóveda, La Gloria, proclama la Iglesia Triunfante.

Relicarios de la Basílica

El recorrido del Monasterio culmina en la Basílica. Con motivo de la exposición y de manera excepcional, se muestran abiertos los dos armarios relicarios situados en los testeros laterales. Estos imponentes altares, con puertas decoradas por Federico Zuccaro, albergan la magnífica colección de reliquias adquiridas por Felipe II a lo largo de su reinado, que llegaron a alcanzar la cifra de siete mil.

Claustro y Patio de los Evangelistas

A la salida del Coro se accede al Claustro Alto desde el que ya podemos admirar el patio, centrado por el templete de los Evangelistas, obra del mismo Juan de Herrera. Se discute la autoría de la gran escalera, pero seguramente es del mismo arquitecto. Su grandiosa concepción en forma de escalera imperial (así llamada por estar dividida en su parte superior en dos tramos) con una soberbia caja que sobresale sobre las cubiertas del monasterio, fue muy importante en el desarrollo de las escaleras españolas y europeas de su tiempo.

El Patio de los Evangelistas debe su nombre a las esculturas de los Cuatro Evangelistas, obra de Monegro, que flanquean el templete, una de las arquitecturas más delicadas y elegantes del edificio. El patio es una alegoría del Paraíso Terrenal, fecundado por cuatro ríos -aquí cuatro fuentes y estanques- que manan de los Evangelistas. El simbolismo es claro: la palabra divina del Nuevo Testamento fecunda la Historia y la vida del cristiano. A su vez, la Historia de Cristo que narran los Evangelios, se hace imagen en el ciclo de pinturas al fresco que adorna el claustro bajo, obra de Tibaldi.

La exposición De El Bosco a Tiziano. Arte y maravilla en El Escorial