Los conventos reales femeninos son también escenarios importantes de la vida de la corte. Bajo la luz de la religión y de la devoción, las emperatrices, infantas y princesas amplían sus colecciones de libros con aquellos que adquirieron dentro de los conventos. Margarita de la Cruz o Ana Dorotea de Jesús, por ejemplo, personalizan sus libros de uso que, posterioromente, pasan a las colecciones reales.