A pesar de ser minoritaria en las bibliotecas reales, la encuadernación más común en las colecciones históricas es la de pergamino. Su interés reside principalmente en que, estudiando su estructura, pueden apreciarse diferencias geográficas, técnicas y económicas. Estos contrastes permiten reconstruir el proceso de un impreso desde la imprenta hasta la librería de su propietario.