El retrato del rey Segismundo III Vasa, atribuido al armenio Szymon Boguszowicz, demuestra como el sarmatismo impregnó también el arte de la corte.
En cambio, el retrato de su esposa, Constanza de Austria –era hija de Carlos II de Habsburgo–, fue pintado por Hans von Aachen, uno de los más destacados pintores manieristas de la corte imperial. Elemento esencial de la apariencia del noble sarmatista era el sable de parada. Se muestra aquí una excelente pieza del tipo llamado húngaro, otro ejemplo más del cruce de lo oriental y lo occidental en las artes decorativas polacas.