País de abanico fijado a una tabla de madera de pino, con los bordes doblados por detrás y parcialmente visibles, distinguiéndose una orla de hojas plumeadas, doradas a pincel fino. A excepción del arco de círculo inferior y de algunos trazos laterales, carece de marcas de pliegue, por lo que mantiene su aspecto semicircular original, y nunca debió montarse en abanico.
La pintura representa una escena del ciclo de la fundación legendaria de Roma (Tito Livio 1, 4 y Plutarco 2, 4-6). Se ambienta en una atmósfera nocturna de tonos plateados y gamas azuladas de intensidad variable. Los gemelos Rómulo y Remo son recogidos junto a una higuera en las orillas del río Tíber por el pastor Fáustulo, que los entrega a su mujer para que los cuide y eduque. A la derecha, un joven guerrero, que podría identificarse con el rey intruso Amulio, señala con dedo acusador al grupo, junto a su caballo pintado en escorzo. Más abajo, la loba capitolina se bate en retirada. En el otro extremo, el genio Tiberino presencia la escena en compañía de dos ninfas de las aguas. Al fondo se desdibuja la aldea de Alba Lunga y un perfil montañoso. El paisaje se prolonga en las enjutas de forma más tosca y entonación diferente, siendo parcheado en el ángulo superior derecho. En el sector circular inferior consta la dedicatoria del autor: “(D.) Nicolaus Caputus (Delineator)/ (Ca)mere/ Sa(cre) Catholice Majestatis”. Está marcado con la flor de lis de la colección de Isabel de Farnesio.
La obra forma parte de la serie de 31 países de abanicos que la reina Isabel de Farnesio decidió enmarcar como pinturas. Pese a tener ciertas indicaciones funcionales, nunca debió montarse en varillaje alguno. Conserva de la lámina original el semicírculo interior con la dedicatoria del artista. Está registrado con el número 903, 1ª, en el Inventario General de Pinturas de 1746. La elección del asunto pudo deberse al origen romano de su autor, conocido documentalmente por las numerosas cartas que envió al rey con intención de ser contratado a su servicio.
Su envío a la Corte española está documentado en sendas cartas que el autor envía al marqués de Grimaldo, fechadas en Roma el 11 y 15 de Julio de 1724, y en el escrito en que hace memoria de las obras que había entregado al Rey esos años.