El segundo contrato de Velázquez para la realización de esculturas en bronce para el Alcázar de Madrid es el encargo de doce leones en bronce dorado para soportes de seis bufetes de mármol. El documento se firma el 7 de enero de 1650 entre Velázquez y el escultor Matteo Bonucelli, quien toma como modelo los leones de la Villa Médicis de Roma, actualmente en la Loggia dei Lanzi en Florencia. Se especifica que los leones se realizarán “de la forma, calidad y tamaño que tienen los dos modelos hechos en arcilla por el Sr. Matteo, que estan en su casa” y que el pintor ya había visto. De cada modelo el escultor haría seis réplicas y se comprometía a entregarlos en un plazo de quince meses. La tarea de dorarlos no le correspondería a Bonucelli, pues se firmará un contrato posterior con Girolamo Ferrer. El precio fijado por el trabajo de fundir los doce leones era 4.600 escudos, a pagar en diversos plazos y el bronce sería facilitado por el propio Velázquez.
En diciembre de 1650 ya están fundidos y dispuestos para dorar los dos primeros leones, según se desprende de la carta fechada el 22 de diciembre de 1650, donde Juan de Córdoba escribe a Gregorio Romero, secretario del conde de Oñate, diciéndole que el “dinero no alcaza” y que “ya estan en estado de dorar los dos primeros leones y que me dice Julian el escultor que embio S. E. que seran menester cerca de 800 escudos para dorar cada par de leones”.
El 6 de enero de 1651 de nuevo Juan de Córdoba escribe a Gregorio Romero dando noticias sobre los leones encargados por Velázquez pues “se empiezan a dorar la semana que viene los leones como lo escrivo a S. E.” A finales del mes de enero, el día 27, es el escultor Giuliano Finelli quien escribe al conde de Oñate indicándole el avanzado estado de la obra de los leones, pues “e datto principio a dorrare li duie leioni” . Justifica el elevado coste de la obra argumentando que en Roma no hay un ejemplo similar en cuanto al dorado de un ejemplo de tal magnitud. En marzo del mismo año se hace un primer envío de estatuas a Nápoles rumbo a España, donde figuran los dos primeros leones y sin duda éstos han se ser los dos leones que están firmados y que hacen pareja. Uno de ellos está en el Salón del Trono del Palacio Real de Madrid y el otro en el Museo del Prado, cuya inscripción ha sido descubierta recientemente con motivo de la restauración de los ocho que soportan las dos mesas de piedras duras.
El contrato para dorar los diez leones restantes tuvo lugar el 2 de noviembre de 1651 entre Juan de Córdoba y Matteo Bonucelli. En el contrato se especifica que Bonucelli ha hecho los doce leones, dos de los cuales ya están dorados y entregados, “dorati e consegnati”, y del dorado del resto se hará cargo Girolamo Ferrer. El trabajo lo supervisará el escultor Giulinao Finelli quien ha venido desde Nápoles enviado expresamente por el conde de Oñate para tal misión, “mandato p(e)r quest´effeto dal Ill(ustrissi)mo et Ecc(ellentissi)mo S(gno)r Vicè Re di Napoli”. El plazo será de cuatro meses y el importe total ascenderá a 1920 escudos. Juan de Córdoba se compromete a entregar todo el oro que sea necesario para dorar los leones, pero si el dorado no resultaba satisfactorio, Matteo Bonucelli se haría cargo de volverlos a dorar a su costa. Ferrer se comprometía a hacer con total perfección esta obra y el oro que sobrara se restituiría a Juan de Córdoba. Los plazos previstos se cumplieron y a finales de abril de 1652 los leones ya estaban en España. A cada par de leones se le colocó un tablero de pórfido y se le dotó de una bola de mármol, para completar la decoración del Salón de los Espejos del Alcázar. Conocemos la ubicación de estos bufetes a través de varios retratos de Carlos II realizados por Juan Carreño de Miranda, que tienen como escenario dicho salón.
Tras el incendio del Alcázar en 1734 y la construcción el Palacio Nuevo, hubo una total renovación en la decoración de la salas; en el Salón de Embajadores o del Trono del Palacio Real de Madrid se colocó el trono con cuatro leones, mientras que el resto fueron solicitados en 1832 por el Museo del Prado para utilizarlos como soportes de dos ricos tableros de piedras duras.