Escalera Principal
Las dos escaleras principales gemelas proyectadas por Sacchetti, la de la derecha para el rey y la de la izquierda para la reina, fueron una idea del marqués Scotti, aceptada en 1742. Sacchetti las concibió con un gran despliegue escenográfico, pero tropezó con las críticas del propio Scotti y de su protegido Bonavia, que encontraban los peldaños demasiado altos. La obsesión por hacer la subida lo más cómoda posible motivó una polémica cortesana que dio lugar a varios proyectos.
Sacchetti salió vencedor con su proyecto más ambicioso y durante los años siguientes llevó a cabo estos dos espacios que ahora son la Escalera principal y el Salón de Columnas; pero las rampas proyectadas, cuya disposición ingeniosa y teatral ofrecían nueve salidas en la planta principal, sólo llegaron a hacerse de madera para que el Rey apreciase el efecto.
Al no gustarle a Carlos III su forma y la disposición de las antecámaras, ordenó a Sabatini que levantase una sola escalera como la que había construido Vanvitelli para el gran Palacio de Caserta en Nápoles en una de las dos cajas y transformase la otra en salón de baile.
Así, en 1760 Sabatini realizó la Escalera tal y como hoy la vemos, aunque en el lado opuesto, el izquierdo, pero cuando en 1789 Carlos IV accedió al trono, ordenó al mismo arquitecto que la trasladara a la derecha, como ahora está, por razones de distribución. Para ello reutilizó los mismos materiales y peldaños.
En el plano decorativo destacan los leones esculpidos por Felipe de Castro y Robert Michel, los cuatro grandes jarrones de mármol blanco de Carrara con bajorrelieves de caza y trofeos alegóricos, y los frescos de la bóveda, concluidos en vida de Fernando VI, obra de Corrado Giaquinto, bajo cuyos diseños elaboró los estucos J. B. Andreoli.
No es de extrañar que, ante tal despliegue, en la visita de Napoleón a Madrid, éste se detuviera en el rellano y, volviéndose al flamante Rey José, le dijera: «Hermano, vas a tener una casa mucho mejor que la mía».