Alfombra tejida en terciopelo multicolor con adorno de roleos, flores, veneras y cintas. Es sin duda una obra anónima mallorquina pues desde al menos el siglo XVII los Velluters o tejedores de seda de Mallorca se especializaron en la realización de este tipo de terciopelos policromos que se conocían con el nombre de “catalufas”. A pesar de que la producción de estos tejidos tan especiales y delicados debió de ser extensa en el siglo XVIII, no son muy numerosas las piezas con ellos confeccionadas el en las colecciones publicas españolas. Se conservan algunos escasos cortinajes, algunas tapicerías de mobiliario, colgaduras murales y un reducido número de ornamentos litúrgicos en algunas colecciones principalmente mallorquinas.
El caso de la conservación de esta bellísima alfombra es extraordinario tanto por ser la única catalufa concebida como alfombra que ha llegado hasta nuestros días como por la exquisitez de su tejeduría y su magnífico estado de conservación. Es un ejemplo claro del exotismo, calidad y riqueza que alcanzan las colecciones textiles y de todo tipo de los Patronatos Reales.