Con cerca de 17 metros de eslora y 280 centímetros de manga, la góndola napolitana de Carlos II es la embarcación de recreo más antigua de las conservadas por Patrimonio Nacional y la única que ha llegado a nuestros días de la Casa de Austria. De estilo barroco tardío, está suntuosamente decorada con una riquísima talla dorada sobre fondo de color verde, aunque originalmente esos fondos estaban pintados de negro, como las góndolas venecianas, y debieron decaparse en 1966 suponiéndolos añadidos en la intervención llevada a cabo en tiempos de Amadeo I y Alfonso XII, entre 1871 y 1876.
En proa está la figura de una sirena con el escudo real y en popa un león alado con cetro y terminación en forma de pez. El pabellón, sustentado por tritones y nereidas a modo de telamones y cariátides, tiene su cielo calado rematado con la Fama, siendo su clave las armas reales de Carlos II. El friso entre la borda y la línea de flotación se anima en ritmo ondulante con figuras de nereidas y tritones –adultos y niños–, delfines y monstruos marinos, también abundante talla de follaje y flores.
Durante el reinado de Felipe IV ya se habían encargado en Nápoles embarcaciones que pudieran servir para el recreo del monarca en el estanque del Buen Retiro, como las “góndolas” enviadas en 1639, flotilla que acabó pereciendo en un incendio, salvo un “bergantín” y una “barraca”, según testimonio de Lorenzo Magalotti de 1668.
La góndola conservada en Patrimonio Nacional es encargo de 1683 al entonces virrey de Nápoles, Gaspar de Haro y Guzmán, marqués de Heliche y del Carpio. Una vez concluida, en 1688 fue enviada al Buen Retiro por su sucesor en el virreinato, el IX conde de Santisteban del Puerto. En la documentación consta que se llevó desmontada y encajonada, junto con otra “góndola” llamada “de Flores o barca larga”, un “bergantín” y una “faluca”, todas ellas con exuberante decoración escultórica. La detallada “Relaz.on del Maredaje [sic] dorado con que se componen las dos Gondolas, Vergantin, y faluca […]” no deja lugar a dudas. Se mencionan “figuras” y “niños maritimos”, “figuras de Niños, y palmas entalladas todo dorado”, “delfines”, “follages”, “flores entalladas y doradas”, “un león dorado, una sirena, y un escudo todos dorados y entallados con niños, y con las Armas de S. Mg.d”, “quatro niños maritimos para los pomos del cielo”, etc. Asimismo se registran las alas de la “sirena de Proa” y de la “fama del cielo con sus trompetas entalladas, y doradas”, con la precisión de que los fondos eran negros.
Para el diseño de tan fastuosa embarcación se ha pensado en el arquitecto Filippo Schor, al servicio del marqués del Carpio desde 1683, que organizó sus fiestas marítimas en Posillipo en 1684 y 1685, y se han propuesto los nombres de diversos artesanos empleados por el entonces virrey de Nápoles: Nicolás Cuso, maestro entallador, Dionisio Carinal, su ayudante, los carpinteros Andrea de Francio, Juan Angelo y Antonio Lanzela, y Juan Barbari, el mercader de madera Giuseppe Nobili o el pintor y dorador Francesco Franchini.
La góndola sería trasladada a La Granja de San Ildefonso en 1724 como obsequio de Luis I a su padre Felipe V, recluido en aquel Real Sitio. Allí estuvo hasta 1966 en que fue incorporada al nuevo Museo de Falúas Reales en Aranjuez.