Desde mediados del siglo XVIII, y a lo largo del siglo XIX, las pequeñas piezas escultóricas estuvieron muy demandadas como elementos decorativos dentro de los ambientes domésticos. El repertorio temático de representación era tan amplio y diverso como las manufacturas europeas que las realizaron, si bien los compradores —acordes a la moda imperante— se sentían especialmente inclinados por la adquisición de obras inspiradas en figuras y temas de la Antigüedad clásica. El diseño de este grupo escultórico de biscuit blanco de porcelana, atribuido a un taller francés, es un buen ejemplo de esta nueva tendencia decorativa inspirada en asuntos recurrentes del arte clásico; en este caso: la bendición del matrimonio. El Himeneo, divinidad griega protectora de las ceremonias matrimoniales, aparece representado como un personaje alado que enlaza, a través de sus manos, a una joven pareja situada frente a un pilar cilíndrico que se dispone a pronunciar los votos nupciales. Ambas figuras ciñen sus cabezas con sendas diademas de oro y aparecen ataviadas con vestimenta griega; ella con un peplo y el himation y la figura masculina, con la exómida y la clámide por encima. La irrupción en escena de un pequeño cupido alado, arrodillado y portando un yugo rodeado de una guirnalda de flores, refuerza el simbolismo del amor conyugal. Estas figuras aparecen representadas sobre una peana circular y una superficie plana ajedrezada, en blanco y negro.
Texto: María José Suárez Martínez