Cacería de leones
Este cuadro de grandes dimensiones, realizado por el pintor flamenco Jan Frans Soolmaker, representa una escena de cacería de leones en el momento más dramático y de mayor movimiento. Aparecen personajes a caballo, con gran tensión en sus rostros dada la situación de ataque mutuo con una familia de leones completa. Tres de los personajes han caído al suelo, uno de ellos, en primer plano, aún con su pie en la brida del caballo, el cual está siendo atacado por el león macho, que a su vez es mordido por un perro y atravesado por la espada de otro de los cazadores. Otro de los personajes que ha caído al suelo tiene una herida en la cabeza, y parece haber muerto, aunque su mano empuña aún una espada que atraviesa el cuerpo de la leona. También es atravesada de lado a lado por una lanza que porta otro cazador que se encuentra sobre el cadáver anterior. A los pies de la leona dos cachorros recién nacidos, uno parece muerto y el otro sube por la pata de su madre. Los cazadores van vestidos con ropajes orientales, algunos con ricas telas.
Estado de conservación
Soporte: lienzo fino de ligamento de tafetán, de alta densidad, formado por un solo paño, sin forrar. La obra se encontraba desmontada de su bastidor original y enrollada con la capa pictórica hacia el exterior, en un tubo de un diámetro pequeño y en muy mal estado. Debido a la falta de tensión, la tela tenía muchas deformaciones. Se encontraba muy oxidada, ennegrecida y debilitada. Al desenrollarse del rulo, varios fragmentos se disgregaron.
Además de las deformaciones, la presencia de arrugas debilitaban las fibras amenazando con romper el soporte. También había roturas y desgarros, principalmente en los bordes. En estas condiciones, era imposible tensar la tela.
Capa pictórica: el mal estado del soporte había generado alteraciones en la capa pictórica, sufriendo numerosas pérdidas. Había faltas en pliegues, arrugas, rotos y golpes. Aunque había numerosas faltas, éstas no llegaban a desvirtuar la imagen, de manera que era previsible su reconstrucción aún con la información perdida. Destacaban las faltas del celaje y del lateral izquierdo, coincidiendo con la pérdida de soporte. Estas carencias permitían ver la tela original en un color muy oscurecido por la oxidación.
En aquellas otras zonas donde se conservaba la capa pictórica, esta se encontraba con fuertes abrasiones, arañazos, pulverulencia y problemas de adhesión.
Numerosos repintes de intervenciones anteriores enmascaraban la capa pictórica. Muchos de ellos cubrían pintura original, desgastes o pérdidas y todos ellos tenían una tonalidad diferente, resultando especialmente llamativos.
Capa de barniz: La superficie estaba cubierta por una gran capa de suciedad incrustada y de polvo que aportaban un tono grisáceo a la obra. Tenía una capa de barniz muy oxidada, amarillenta, y bajo ella, mucha suciedad.
Tratamiento realizado
En primer lugar se desenrolló la tela del rulo, dejándolo en una superficie horizontal plana. Tras una ligera limpieza superficial se protegió la capa pictórica y se eliminaron las deformaciones dejando secar la humedad del empapelado mientras el lienzo permanecía sujeto en todo su contorno.
Se realizó una limpieza mecánica del reverso para posteriormente sentar el color y eliminar las deformaciones más marcadas, tales como arrugas y pliegues.
Se injertaron las faltas de soporte con tela envejecida, similar a la original, sujetándola con papel japonés encolado con cola orgánica, al igual que la unión de los bordes de los desgarros, haciendo una especie de costura adhesiva. En algunos casos las roturas producían deformaciones que hubo que eliminar, cercando los bordes con humedad y calor para dejarlos claveteados hasta su total secado.
Una vez preparado el soporte original se llevó a cabo un reentelado con gacha, utilizando una tela similar a la original y se tensó el lienzo sobre un nuevo bastidor hecho a medida.
Se retiró el papel de protección y se llevó a cabo una primera limpieza de suciedad. A continuación se eliminó la capa de barniz y gran parte de los repintes, utilizando medios químicos y mecánicos. Algunas manchas no se pudieron eliminar ya que habían producido una alteración sobre la pintura.
Se estucaron las faltas con estuco natural teñido con acuarela para integrarse mejor al tono general de la obra. Esta fase se realizó en vertical, y se desestucó enrasando con el original, procurando no alisar demasiado la superficie de manera que la textura no destacase. Este proceso se ha ido repitiendo durante las siguientes fases, dada la grandísima cantidad de pequeñas faltas que tenía la obra.
Se llevó a cabo una primera reintegración con acuarela, velando todos los blancos como base a la reintegración pictórica definitiva.
Una vez aplicadas estas bases se dio a brocha una capa de barniz de trabajo, para pasar a la siguiente fase de barniz con resina natural por impregnación.
Finalmente se ajustó el color definitivo de reintegración con pigmentos al barniz, y por último se aplicó una capa de protección final, con barniz de resina natural por pulverización.
Restauración
Tras una restauración muy completa y que ha pasado por tantos procesos, la obra ha recuperado su identidad material y estética.

