Se trata de un servicio de cristal, que sólo presenta dos tipologías de piezas: copas (agua, vino de Burdeos, vino del Grave, vino del Rhin, vino de Madeira, jerez, champaña) y botellas (agua y vino). Las copas tienen pie circular con talla radial en la base, pierna con doble balaustre y forma de tulipa. Destaca la reserva octogonal, doblada en rubí, con la cifra coronada de la Reina Isabel II grabada. Además de las diferencias del tamaño según el tipo de vino, hay que señalar la forma de tulipa aflautada de la copa de champaña, el depósito doblado en topacio de la copa del vino del Grave, y la variante de la copa del Rhin, con depósito circular, doblada en verde y con decoración grabada de pámpanos y racimos de uva, presentando también las iniciales reales.
Será en el reinado de Isabel II cuando en el Palacio Real de Madrid se dedique un espacio, el Salón de Columnas, para la celebración de banquetes y recepciones con una novedosa dimensión pública.
Esta cristalería forma parte de un gran encargo para las mesas reales, confiado a un comisionado de la Real Casa en París, el Coronel Valdés de Alguer. El pedido de esta excepcional cristalería se realizó a través de un intermediario comercial parisino, Camille Ladvocat, previa aprobación en Palacio de los modelos propuestos. Los primeros envíos datan del año 1847, superando las 400 piezas. Gracias a la correspondencia del Coronel Valdés de Alguer, que relata los avatares del encargo, conocemos que los cristales fueron fabricados por la Compañía de Cristalerías de Baccarat y parte en Francfort-sur-Meine (la copa del Rhin, doblada en verde).
Las piezas de esta cristalería fueron siempre apreciadas para el servicio de las mesas reales y se utilizaron mucho durante este reinado, solicitándose varias reposiciones (1858, 1859, 1861). A pesar de las pérdidas, se han conservado hasta nuestros días más de 400 piezas.