Tocado con una corona de espino natural, presenta un perfecto modelado que prolonga el busto hasta el paño de pureza. Las manos, atadas con una soga tallada, se recogen a un lado del cuerpo, creando un movimiento cerrado que se compensa por la leve inclinación del cuerpo hacia delante. El rostro expresa una actitud interrogante como gesto de resignación ante el espectador que contempla la imagen. Es una de las versiones más conseguidas de este tema realizadas por este artista, de ahí su fama y difusión. Se le considera el primero de la serie de esta tipología de Cristos, que tanta fama le dieron a Mena.
La policromía en esta escultura es realmente destacable. El modo en que Mena sugiere los hematomas morados bajo la piel y los regueros de sangre que descienden por su cuerpo hasta empapar el paño de pureza alrededor de su cintura muestran la habilidad técnica de su autor. La utilización de elementos postizos contribuye a expresar un mayor realismo. Se le han insertado ojos de cristal en las órbitas de los ojos y ha usado pelo natural para la pestañas. La boca entreabierta permite ver los dientes, de marfil y hueso.
Los recursos dramáticos se concentran en el modelado de la boca, semiabierta, y en el reguero de sangre que a pinceladas muy finas se deslizan por todo el cuerpo. Exagera el dramatismo del martirio en la espalda, de una talla admirable. La suave disposición de los mechones del pelo, despegado, el uso de pestañas naturales, las carnaciones semimates y la expresividad general, materializan unos valores realistas que provocan la inmediata compasión sobrecogida pretendida para su destino devocional.
Como en la mayoría de su obras, Mena firma la escultura con pequeñas letras negras cursivas en el pliegue inferior del paño de pureza, plasmando su nombre, la ciudad donde trabaja y la fecha ( P.s de Mena y Medrano F.t Malace, anno1673).
El origen de busto de medio cuerpo adoptado por Mena, algunos autores lo ponen en relación con el formato devoto y popular del díptico holandés, desarrollado por artistas como Dirk Bouts (1400?-1475) y su taller. Sin embargo es evidente que la fuente de inspiración para muchos artistas fueron los grabados. En este caso el grabado del Ecce Homo de Lucas Vorsterman el Joven (1624-1666), inspirado en un cuadro de Anton van Dyck (1599-1641) pudo ser la fuente iconográfica para el escultor andaluz. Mena eligió el formato de medio cuerpo o busto para invitar a la intimidad y maximizar la intensidad emocional de la obra.