Se trata de una capa corta semicircular, de seda blanca bordada con sedas de diferentes tonos, predominantemente rojos, azules verdes, y rosas, que componen toda una serie de plantas, flores, frutos aves y mariposas, que se disponen ordenadamente en franjas verticales.
El modelo de esta prenda de vestir responde al de las capas civiles portuguesas masculinas de mediados del siglo XVI. Está confeccionada por paños de forma casi triangular -que presentan decoración bordada individualizada- unidos en la parte superior por una cenefa o tirilla a modo de cuello. Atendiendo a esta forma, es fácil reconocer en esta pieza el tipo de capas pertenecientes a la indumentaria con la que los hombres tan frecuentemente aparecen representados en escenas de algunas cerámicas y otros objetos orientales del s. XVI como es el caso de algunos biombos.
A pesar de su tipología demasiado corta, esta capa ha estado vinculada al ámbito religioso, siendo empleada desde antiguo como capa de viático, en el Monasterio de san Lorenzo del Escorial, lugar al que debió llegar en tiempos de Felipe II. De hecho, así figura reseñada, como capa de viático, en los inventarios del Monasterio redactados en los siglos XIX y XX. Tan concreta utilización, es muy probable que fuera determinada por su extraordinaria y particular belleza.
Esta singular obra ha sido ampliamente estudiada por Ana García Sanz, quien la vincula a alguna manufactura indo-portuguesa, con influencias claras del arte persa y mongol, poniéndola en relación con los talleres de Goa por estar bordada al matiz con sedas lasas y no en cadeneta, técnica más vinculada a los talleres indios de Gujarat y Bengala. Ejemplares en clara relación tipológica con el que aquí presentamos, se conservan en el Museo Nacional de Arte Antiga de Lisboa (inv.4620), en el Museo Nacional del Traje y la Moda de Lisboa (inv. 4130), y en los Musèes Royaux d’Art et d’Histoire de Bruselas (inv. 2598).
La composición decorativa de cada una de las tiras que componen esta capa recuerda a la de los palampores indios, por el adorno de un árbol o rama central –el árbol de la vida- dispuesto a modo de eje y rodeado de multitud de animales distribuidos en sentido ascendente: en la base los terrestres y luego las aves y mariposas. Sin embargo, la diferencia con ellos es que esta rama o árbol central no parece estar dispuesto sobre una colina como ocurre en los palampores.
Por otro lado, dada la intensa policromía de su bordado al matiz con sedas extremadamente lasas, así como la tipología de algunas de las figurasen ella representadas, la acercan a algunos de los ejemplos catalogados como obras chino-portuguesas por Maria Joao Pacheco Ferreira.
Todo lo expuesto, hace pensar en varias posibilidades en cuanto a la autoría de su manufactura. Bien podría ser efectivamente una labor indo-portuguesa, bien una obra realizada en la India pero por artistas provenientes o con influencias de China o también, incluso, podría tratarse de una obra originaria de algún taller cantonés.
Lo que parece indudable es que su llegada a España debió producirse a través de Portugal que perteneció a la Monarquía Hispánica entre 1580 y 1640. Si su origen es realmente indo-portugués o de algún taller establecido en la India portuguesa por bordadores de origen chino, su llegada a la corte de Felipe II vía Portugal resulta prácticamente obvia. Mientras que si su origen fuera completamente chino, no se debe olvidar que Portugal había sido autorizado en 1554, a participar en la feria anual de Cantón y desde 1557 tenía un puesto comercial permanente en Macao. De hecho, esta idea de llegada a España de piezas cantonesas ya la recogió Pilar Benito para una serie de sederías con motivos análogos.
En cualquier caso, lo que resulta indudable es la exquisita belleza y la delicadeza de su decoración oriental, que hacen de ella uno de los más interesantes objetos exóticos de cuantos fueron tan buscados y apreciados en occidente a lo largo de todo el siglo XVI.