Francisco Flórez, nacido en Murcia y afincado en Madrid hasta su fallecimiento en 1824, fue uno de los constructores de pianos más reputados y afamados de su época. Si bien son muy pocos los datos que se disponen sobre su primera etapa de formación, a partir de 1784, cuando ya aparece instalado en Madrid, es posible reconstruir su trayectoria profesional. Una larga etapa caracterizada por una intensa actividad como constructor de pianos, más concretamente de fortepianos. La prensa es, sin duda, una de las fuentes que mejor permiten esta reconstrucción, pues era frecuente que Flórez recurriese a ella para publicitar su taller. Es así como, gracias a estos anuncios, se sabe que viajó hasta Inglaterra, pensionado por Carlos IV, para perfeccionar la técnica de construcción de esta tipología de pianos-fortes, tal y como figuró en la Gaceta de Madrid del 28 de octubre de 1791 y en el Diario de Madrid, 26 de octubre de 1791: «D. Francísco Florez, artífice de pianos-fortes, que viajó á Inglaterra con el único objeto de adquirir la posible perfeccion de su arte, cuyo fin ha conseguido como acreditarán sus obras, ha vuelto desde Londres á Madrid, en donde construirá estos instrumentos para las personas que se los encarguen».
Su fama hizo que, desde el año 1795, ocupase el cargo de «constructor de órganos y claves de la Real Cámara», que más tarde, en 1806, también ostentó su sucesor Francisco Fernández. Los instrumentos que se conservan de Flórez destacan por su delicados y suntuosos diseños, así como por la meticulosidad de construcción. Un buen ejemplo de ello es este piano, datado en 1807, con una extensión del teclado de 5 octavas y media. F1-C3. Tiene tres cuerdas por punto y está realizado con un tablero sobre tres bolas de madera con seis pedales metálicos alargados, de los que uno no se conserva. Seis patas ajarronadas con cabezas de vellocinos de oro y motivos de hojas frontal y lateral. Apliques metálicos en dorado con motivos vegetales y animales a lo «candelieri», con gran semicírculo superior con mascarón de ébano y figuras femeninas enfrentadas con tornapuntas vegetales y semiesfera de hojas con medallones y rosetas. Cristal frontal «eglomisé» con escenas de amorcillos y alegorías de la agricultura y la pesca. Dos puertas laterales caladas con un adorno de rombo central de marquetería, que dejan ver el forro de damasco de seda carmesí.
Texto: María José Suárez Martínez