Asignado alternativamente a Caravaggio(1571-1610) y a Guercino(1591-1666) en los inventarios de la colección del infante don Luis de Borbón del palacio de Boadilla del Monte, y atribuido después a los hermanos Francesco (1612-1656) y Cesare Fracanzano (h. 1605-1651), el lienzo se ha vinculado recientemente con el nombre de Filippo Vitale (h. 1585-1650), pintor napolitano de antigua formación naturalista, activo a partir de la segunda década del Seicento, aunque la pintura no tiene nada del empaste coriáceo y de la inconfundible gravedad de figuración del artista napolitano.
Desde el punto de vista del estilo, esta bellísima composición manifiesta sin duda una cultura más avanzada respecto del lenguaje de los primeros seguidores de Caravaggio, y no necesariamente napolitana; su naturalismo, atenuado por una configuración pictórica fluida y ya “barroca”, está mucho más próximo en todo caso al de un Pier Francesco Mola (1612-1666).
Estas características y remisiones al medio romano podrían coincidir con una fase primitiva del poco conocido Louis Cousin, figura destacada de la comunidad de artistas nórdicos activos en Roma en el segundo cuarto del Seicento, que en un determinado momento tuvo que ver también con Nápoles.
En cuanto a la atribución del lienzo madrileño, me parece que sus poderosos protagonistas tienen un parecido plausible, incluso por una cuestión cronológica, precisamente con las monumentales figuras envueltas en sus capas pluviales del lienzo de Pozzuoli. Esto no es más que una hipótesis por el momento, pero es deseable que nuevos y más sólidos elementos puedan sacar cuanto antes del anonimato un cuadro de tan alta calidad.
Fuente: Giuseppe Porzio, en De Caravaggio a Bernini. Obras Maestras del Seicento Italiano en las Colecciones Reales (Catálogo de la exposición)