Cuando Ana de Austria llegó a Madrid en 1570 para convertirse en la cuarta esposa de Felipe II, trajo en su dote una riquísima colección de relicarios. Desde ese momento, la nueva reina se vinculó al monasterio de las Descalzas Reales, fundado por su tía Juana de Austria, donándole importantes obras de arte. Entre ellas destaca este Arca de San Víctor, realizada por Wenzel Jamnitzer en Nüremberg para ser en origen una arqueta nupcial.
La reliquia ingresó en el convento tras una solemne procesión a la que asistieron el cardenal Espinosa y los serenísimos príncipes Rodolfo y sus tres hermanos, los archiduques Ernesto, Alberto y Wenceslao. Ana de Austria trajo la reliquia desde Praga. Primero se guardó en una simple arca de plata y después se trasladó a esta arqueta nupcial, mucho más rica, de plata dorada y esmaltada. La reina Ana se la entregó a su tía Juana. El padre Carrillo, confesor del convento y autor de la Relación histórica de la Real Fundación del monasterio de las Descalzas, afirma en esta crónica que la reina Ana sentía gran devoción por este santo.
La arqueta, de forma prismática, descansa sobre una base de madera y chapas de plata, sostenida por seis bolas de cristal. Cuatro caracoles en las esquinas ejercen la función de patas. Cada una de las fachadas está decorada con columnas dóricas sobre basas cuadradas que sostienen un entablamento. En los intercolumnios se abren arcos de medio punto que cobijan figuras de altorrelieve representando diversas virtudes. El resto de los motivos ornamentales de la arqueta son placas grabadas con grutescos y candelieri, cartelas con inscripciones en latín, bustos, figuras de bulto redondo, cabezas de carnero y de león, motivos geométricos, etc., todos ellos de estilo manierista. La tapa, en forma de artesa, también está decorada con alegorías de virtudes identificadas por las cartelas en latín colocadas sobre ellas. En la parte superior, un grupo escultórico representa a tres mujeres y un niño alusivos a las virtudes del matrimonio, además de otros adornos naturalistas como tortugas, salamandras y conchas.
Wenzel Jamnitzer, destacado platero alemán, utilizaba frecuentemente en las decoraciones de sus obras pequeños elementos sacados de la naturaleza como caracoles, conchas, corales y animales grotescos, creando un estilo denominado por algunos investigadores como “rústico”. Jamnitzer diseñó esta arqueta como una arquitectura clásica y la enriqueció, al tratarse de una arqueta nupcial, con motivos decorativos que alababan las virtudes del matrimonio, las cualidades morales y motivos alusivos a la fecundidad. Su nombre y fecha de ejecución figura en una de las cartelas con inscripciones: “1570 Noric aurifaber venzlaus Gamnizer ista aeterni fecit ductus amore boni”.
El naturalismo aplicado a las obras artísticas era muy frecuente en las colecciones de la casa de Habsburgo desde tiempos de Maximiliano I. Además, en esta obra se une la idea de meditación religiosa y palacio cortesano. En el año 1830 fue restaurada por el platero Pablo de Vargas Machuca.