Durante el reinado de los monarcas Felipe V e Isabel Farnesio, las estancias más privadas de los Palacios Reales se ornamentaron con numerosas piezas orientales, como tejidos de seda, objetos lacados, mobiliario, pequeñas tallas o pinturas, pero especialmente disponiendo porcelanas chinas y japonesas, exponentes del lujo y del refinamiento alcanzado por la Corte Española. Por su forma y su decoración interior sabemos que este recipiente fue realizado originariamente para ser empleado como pecera, si bien en España se utilizó para enfriar líquidos.
La pecera forma pareja con otra idéntica, conservada en el Salón de Espejos del Palacio Real de Madrid, nº inv 10002241, ya que habitualmente las piezas de porcelana se presentaban formando pendant o en bien en juegos. Ambas se encuadran dentro del estilo denominado "Familia Verde", creado por los alfares de Jingdezhen en el último cuarto del siglo XVII, durante el reinado del emperador Kangxi (r. 1662-1722).
Según se refleja en el inventario de 1746 del Palacio Real de La Granja, La reina Isabel Farnesio poseyó numerosas porcelanas de este tipo, -especialmente tibores y jarrones-, caracterizadas por su decoración a base de esmaltes translúcidos de color verde en distintos tonos, combinados con numerosos colores; rojo, negro, amarillo, violeta, azul cobalto y en ocasiones complementado con detalles en dorado. Los ceramistas chinos denominaban a esta paleta de color yingcai (colores sólidos); los aplicaban una vez cubierta la pieza por una capa de vidriado espeso para poder así trabajar con los distintos matices que ofrecían sus transparencias.
La superficie interior está decorada con cinco grandes carpas, que nadan entre plantas acuáticas, flores, delicados crustáceos y otros peces más pequeños, representando un fondo de estanque o lago chino. Al nadar contracorriente, la carpa simboliza para los chinos la perseverancia, la libertad y la valentía, y constituye asimismo el emblema de la longevidad, la fidelidad conyugal, la abundancia y la fertilidad. A lo largo del borde plano cuatro paneles enmarcan ramas floridas de ciruelo y peonías, alternándose con una densa decoración de motivos florales, delimitada en su perímetro interior por una banda de motivos ru yi en esmalte rojo.
La superficie exterior del cuerpo se ornamenta con dos escenas simétricas, en las que se representa una terraza en cuyo centro aparece un jarrón del que parten ramas y flores, flanqueada por aves fénix en movimiento que despliegan su rico plumaje. Decora el cuello de la pieza una colorida banda en la que destacan crisantemos y mariposas. A modo de asas se disponen dos apliques modelados en altorrelieve y dorados, en forma de cabezas de león budista, con orificios en sus fauces.
Ciertos detalles característicos, como el moteado oscuro que puede observarse en algunos fondos verdes, nos señalan que se trata de una producción expresamente creada para su exportación a Europa, sin que ello menoscabe en absoluto la excelente calidad de la obra.
La variedad de colores empleados, el detallismo de las formas y la delicadeza del diseño demuestra el virtuosismo al que llegaron las manufacturas chinas de la Dinastía Qing (1644-1911), tanto por su calidad técnica como por su riqueza iconográfica, plasmado en exóticas piezas enormemente apreciadas en las cortes europeas. La reina Isabel Farnesio (1692-1766) fue una extraordinaria coleccionista; fascinada por el mundo oriental, reunió en sus palacios un espléndido conjunto de porcelana china, de las cuales Patrimonio Nacional tiene el privilegio de conservar numerosos ejemplos.