Esta soberbia borgoñota adopta la forma de un delfín, cuya audaz cabeza, dotada de expresivo ojos humanos, se prolonga por la calva a manera de cuerpo con escamas que remata en sendas colas de dragón. El hocico y la frente están grabados y dorados, ostentando en el lado izquierdo la marca del armero imperial Kolman Helmschmid: un yelmo coronado por una estrella de seis puntas. Por el contrario, el cuerpo fue repujado y damasquinado en oro en su totalidad. Tanto la cabeza como el cuerpo resaltaban sobre un fondo pavonado perdido en la actualidad.
Perteneció al emperador Carlos V, como se constata en el Inventario Iluminado del a Real Armería hacia 1544-1558 (fol.16º) , por encontrarse entre sus bienes poco antes de su muerte según la Relación de Valladolid de 1557 y por figurar entre las armas imperiales en el inventario de 1594 (fol.23v). También figura en el Testchen Codex entre las armas forjadas por el taller de Helmschmid. En la Relación de 1557 fue descrito como Un morrión descamas doradas con un gesto al ventallo.
Durante el siglo XVI el delfín se relaciona con diversos conceptos de difícil fijación por sus diferentes lecturas. Se asocia fundamentalmente con la realeza, pero también con Apolo o con el emperador Augusto (63 a.c.-14 d.c.) en alusión al origen de los Césares descendientes de Eneas. También es considerado como un buen consejero por su amistad con los seres humanos, símbolo de Cristo, protector de los hombres y garante de la inmortalidad. Esta borgoñota se forjó en Augsburgo hacia 1530, es decir, es contemporánea a la primera edición del Emblematum Liber de Andrea Alciato (1492-1550), publicada en esta ciudad en 1531. No sabemos si Kolman llegó a conocerla, pero al menos Alciato aporta interpretaciones a la figura del delfín estrictamente contemporáneas. Para él es un protector de los hombres (Emblema LXXXIX), pero también simboliza ciertas virtudes que deben caracterizar a un príncipe (E.XX): ser bondadoso, procurar seguridad a los hombres por medio de la prudencia, la paciencia y la acción realizada oportunamente, además de ser ligero como el delfín a la hora de socorrer a sus vasallos.