Heredero del gusto de sus antepasados por la relojería, el príncipe Carlos (futuro Carlos IV) comenzó a reunir una importante colección de relojes adquiridos a las principales escuelas europeas. Se aficionó a este arte desde su juventud e incluso llegó a reparar y a fabricar pequeñas maquinarias de relojería con las herramientas que guardaba en su taller palaciego.
En 1772, con la intención de hacer un regalo a su esposa María Luisa de Parma, el Príncipe confió en la maestría de un relojero español, Manuel Gutiérrez, y le encargó a comienzos de año un reloj. Debe tratarse de este reloj esqueleto aunque los datos son escuetos y no nos permiten identificar claramente el reloj. La Princesa ordenó colocarlo en su cuarto y allí permaneció incluso hasta después del fallecimiento de su hijo Fernando VII.
Varios autores afirman que este reloj fue realizado por Gutiérrez para el infante Luís quién se lo regaló a su hermano Carlos III para que apreciara la calidad del relojero español. El propio Gutiérrez menciona el 22 de diciembre de 1787 en un memorial dirigido al Rey haber concluido el reloj de acero que usaba el rey a diario. Sin embargo, varias son las referencias posteriores al reloj esqueleto de acero colocado en las habitaciones de la Reina que nos inclinan a pensar que fuera éste. Por otra parte, en la testamentaría de Carlos III no se menciona el reloj de Gutiérrez.
Al conservarse otro similar en colección particular pensamos que Gutiérrez realizó dos relojes casi idénticos, uno para el infante Luis, tío de Carlos, que debió admirar la pieza y encargar otra igual para su esposa.
Se trata de un reloj de sobremesa, esqueleto, fabricado en acero y bronce dorado, cuya máquina está encerrada en una jaula de cristal ya que el artífice, orgulloso de su obra, no quiso que ninguna caja ocultara su potente maquinaria. El armazón está integrado por cuatro pilares acanalados y tres cristales planos y está cubierto por una cúpula de vidrio que además contribuye a proteger el escape de paletas situado en la parte superior. Cuatro pequeños balaustres y un remate en forma de piña son los únicos elementos decorativos que embellecen la caja.
El dial de acero calado luce las cifras de las horas en números romanos y los minutos en números árabes. La esfera tiene dos escalas independientes, una para cuartos y horas con cuarenta y ocho divisiones y otra para minutos con sesenta divisiones. El cañón de las agujas está decorado con una flor o roseta de pétalos calados inscrita en un círculo. En la parte inferior, sobre la cifra de las VI, una pieza arqueada permite colocar la firma del autor y la ciudad de fabricación: “Manl Gutierrez Mad”. Las agujas son de acero pavonado.
La cuerda mantiene la marcha del reloj durante ocho días. El tren de movimiento compuesto por motor de resorte, cubo y caracol, fiel a las características de las máquinas inglesas, dispone de escape de paletas y péndulo. El tren secundario de gran sonería está vinculado al tren principal. Encima de la flor que decora el cañón de las agujas se situó la rueda contadera. Las platinas presentan un perfil triangular que recuerda a una pagoda oriental.
Luce sobre un pequeño mueble fabricado en caoba y limoncillo dotado de apoyos regulares para nivelar el reloj.
Manuel Gutiérrez trabajó como arcabucero y relojero en Madrid y fue dependiente de la Real Ballestería. Pudo nacer en 1725 en Sigüenza (Guadalajara) porque su nombre aparece anotado en el mes de julio en el Índice General de Bautizados de la parroquia de San Pedro. Realizó varios relojes para el infante don Luis de Borbón y Farnesio, hermano de Carlos III y tío de Carlos IV, lo que le permitió conocer a éste último desde sus años como Príncipe. Gutiérrez solicitó en varias ocasiones ser nombrado relojero de cámara del rey pero no lo consiguió. Lo que si logró fue que le encargaran desde el primer momento el mantenimiento, cuidado y arreglo de este reloj de acero que estaba en los aposentos de la princesa.