El reinado de Carlos III destaca, en lo que a relojería se refiere, por el interés del monarca en promover la creación de escuelas y fábricas dedicadas a este arte. Los primeros intentos por establecer manufacturas artísticas comenzaron durante el reinado de Felipe V. Surge así la primera iniciativa de crear una escuela teórica y práctica que con el tiempo surtiera a la corte de maestros relojeros españoles que fabricaran y arreglaran relojes siguiendo las pautas establecidas en otros países extranjeros. De esta manera se aliviaría la economía española, ya que la adquisición de estos objetos de lujo suponía un gasto excesivo, iniciándose a la vez una nueva vía de comercio.
La Junta General de Comercio y Moneda, el 5 de julio de 1770, informó que los hermanos Felipe Santiago y Pedro Charost, relojeros e ingenieros franceses domiciliados en Madrid, habían dirigido un memorial y un discurso solicitando permiso para establecer una fábrica de relojería en Madrid. Sin querer perjudicar al resto de los relojeros de la Corte y sin causar gastos al gobierno, ofrecían su talento para crear una escuela de formación y se comprometían a enseñar su arte a una docena de jóvenes con edades comprendidas entre los 12 y los 16 años, durante un período de siete años. Estos jóvenes aprenderían a fabricar péndolas, relojes y cajas.
Carlos III aprobó el 28 de noviembre de 1771, las ordenanzas que a partir de ese momento debían observar los hermanos Charost para establecer en Madrid una “fábrica de todo género de Reloxería y escuela de enseñanza de este Arte”.
El 9 de diciembre de 1774, los hermanos Charost presentaron al Rey un reloj que habían realizado con la mayor perfección para él, en señal de gratitud por haberles confiado la dirección de la escuela. El reloj se describe en carta firmada por ellos, como una péndula de nueva invención, de ocho días de cuerda, con horas y cuartos. La caja, según queda referido en el documento, representa una alegoría “cuyo emblema es la protección que S.M. dispensa a las Artes, compuesta del retrato de su real persona, que está sostenido de una mano, por la figura de un niño, que representa al genio que domina en el Arte y de la otra mano tira una cortina que tiene encima de su brazo”. Una figura femenina de pie, con un anillo solar en la mano derecha, que representa la Astronomía, contempla el medallón con la efigie del rey. En el otro costado otra figura de un niño trabajando sobre un globo celeste (perdido actualmente). Los demás ornamentos son trofeos de guerra coronados con un morrión, símbolo real, del cual descienden dos guirnaldas de laureles. Toda la caja está fabricada en bronce dorado de oro molido. Grabado en el pedestal la inscripción: “CAROLVS III / BORBONIVS / EXALTAVIT ARTEM / ANNO / MDCCLXXI”, fecha en que el rey se digno establecer esta escuela. La esfera es de porcelana blanca con las horas en números romanos y los minutos en números árabes. Esmaltado en la esfera: “Charost / HERMANOS RELOXEROS DE SU MAGESTAD”. –Las agujas son de bronce dorado rematadas en una flor de lis.
En cuanto a la máquina, los relojeros consideraban que “está tan puntualm(te) ajustada a las reglas del Arte”, que confiaban en que podía incluirse entre las más acabadas y perfectas que existían en ese momento. La máquina protegida por platinas redondas consigue que el reloj permanezca en marcha durante ocho días. Lleva un motor de resorte con tracción por caracol y cadena, escape de paletas y péndulo. El tren de sonería es de horas y cuartos por sistema de rueda contadera y campana. En la platina trasera tiene grabado: “Hermanos Charost Reloxeros De Su Magestad Madrid”
El diseño de esta caja mantiene todavía líneas barrocas y adornos de tipo vegetal, a pesar de que en estos años triunfaba ya el Neoclasicismo.
La factura presentada por los hermanos Charost ascendió a 12.997 reales, de los cuales 8.000 reales correspondían al coste del diseño, el molde en yeso, el bronce, el cincelado y el dorado de la caja. Las máquinas del movimiento y de la sonería costaron 3.000 reales y la esfera, los cristales, el resorte, la campana, las cadenas doradas, tanto del motor del movimiento como de la sonería y las platinas, es decir los elementos fundamentales para la marcha del reloj, 1.997 reales. Al pie de la factura se confirma que el Rey se ha quedado con el reloj en Palacio y que el 31 de marzo de 1775, se les había hecho entrega de 200 doblones de oro como gratificación.
Queda claro que los hermanos Charost utilizaron este reloj para conseguir una mayor protección y confianza del Rey y así disponer de su ayuda económica. Amparándose en su buen hacer, solicitaron de manera periódica a la tesorería general las sumas de dinero necesarias para mantener la escuela-fábrica abierta. Como quedó demostrado poco después, los Charost no cumplieron con el contrato que habían firmado, pero lograron vender un buen número de ejemplares.